Uno de los platillos que mejor representa la gastronomía mexicana es sin duda, el mole. Un plato cuyo origen nos remonta a la época prehispánica, y que a través de los siglos se ha ido transformando, al igual que nuestra cultura.
Su término proviene del náhuatl molli o mulli, y se refiere a varios tipos de salsas preparadas a partir de chiles y especias. Se elabora desde época prehispánica a través de mezclas de salsas muy condimentadas, pero al paso de los siglos, los cocineros lo fueron transformando, refinando y adaptando sus recetas con nuevos ingredientes y técnicas.
En México lo preparamos en toda ocasión, los días festivos, alguna celebración especial o días cotidianos. El mole es un platillo único y a la vez tiene diversas variantes en sus recetas, además del mole poblano, los expertos calculan que en México hay otros 50 tipos de mole, entre ellos el mole blanco, el mancha manteles, el mole almendrado, el mole de olla, el mole prieto…
Existen muchas recetas de moles en el país, y cada preparación varía en ingredientes y por supuesto tiene la personalidad de su región.
La historia del mole
Del mole como hoy en día lo conocemos, existen varias versiones sobre su origen. Una de ellas narra que el mole poblano, cuya receta original utilizaba cerca de 100 ingredientes, surgió en el Convento de Santa Rosa, en la ciudad de Puebla, cuando una monja molió en un metate diferentes chiles y condimentos.
“San Pascual Bailon, santo de la comida. San Pascual, San Pascualito, atiza mi fogón, yo te pongo en mi guisito y tu le das la sazón“.
Otra versión más detallada nos cuenta que fue creado en la ciudad de Puebla en el siglo XVII por la monja dominica Andrea de la Asunción en el convento de Santa Rosa, para satisfacer el paladar del Virrey Tomás Antonio de Serna que se encontraba de paso por la ciudad y quien se sintió cautivado por tan singular platillo cuyo picor lo invitaba a comer más tortillas.
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El mole es un platillo complejo cuya sofisticación no es improvisada; su evolución ha sido perfeccionándose y enriqueciéndose no solo con ingredientes, sino también con la cultura de cada cocinero o cocinera que ha puesto sus manos para elaborarlo generación tras generación.
Los estados que más destacan por este aclamado platillo son: Guerrero, Oaxaca, Puebla y Veracruz. ¡Un platillo de raíz prehispánica y para chuparse los dedos!.